martes, 26 de septiembre de 2017

¿Cómo mejorar la sexualidad en la pareja?


“Una vez que el fuego de los primeros años comienza a menguar, es necesario esforzarse un poquito para que la llama no se apague del todo”, admite la sexóloga puertorriqueña Alessandra Rampolla, en su blog “Universo Alessandra”.
La experta sostiene que mantener una vida sexual activa no solo las contribuirá a estar más enlazadas con su pareja, sino que se sentirán más felices, se mantendrán en mejor forma y tendrán una mejor calidad de vida que les permitirá disfrutar de muchos más años juntos.
La verdad
Rampolla asegura que el primer paso es importantísimo. “Sin compartir la verdad con la pareja es imposible lograr una mejora o hacer cualquier tipo de ajuste en nuestra vida sexual”. Es por eso que apunta que es necesario ser sinceras y decirle cómo sienten el sexo en la pareja.
Por ejemplo, propone que pidas más juego previo cuando les cueste arrancar, se trata de decir la verdad sobre las necesidades que cada una tiene en la cama y encontrar la manera de satisfacerlas.
“Claro que ellos también deben comunicarse y manifestar sus deseos, necesidades y expectativas. Siempre digo que la comunicación dentro y fuera de la cama es clave en una relación de pareja”, afirma la experta.
Adiós a las inhibiciones
“Si dejan de lado las inhibiciones en la cama, lograrán disfrutar mucho más del sexo. Para ello deberán relajarse y olvidarse de ese rollito que se asoma en esa postura sexual, animarse a probar ese juego con el que ambos fantasean, experimentar con un juguete sexual o masturbarse delante de la pareja”, explica Rampolla. Son las inhibiciones las que muchas veces impiden entregarse por completo, y es haciéndolas a un lado la manera en la que la sexóloga confiesa que se fortalece la intimidad y aumenta la conexión en la pareja.
Priorizar la vida sexual
Para ello, es necesario ponerse una meta y trabajar para lograrla. Rampolla aconseja que un muy buen ejercicio es ir a la cama juntos al menos una vez a la semana, ya que ayudará a lograr una mayor cercanía; “seguramente haya caricias, besos e incluso sexo. Si alguno de ustedes no está listo para hacerlo, háblenlo y traten de solucionarlo; estar desconectados físicamente es malo tanto para la relación como para ustedes mismas”, advierte.
Ayuda profesional
Algunos medicamentos o drogas, como los antidepresivos, pueden causar la disminución o pérdida de deseo sexual e incluso problemas de erección o dificultades para alcanzar el orgasmo. En ese caso, la experta recomienda que deberán consultar con un médico para que les aporte una solución. “En cambio, en otros casos, hacer terapia de pareja puede ayudarlos a decir en voz alta cómo se sienten respecto de su vida sexual y a delinear un plan con pasos a seguir”, concluye Rampolla.

Fuente: El nuevo diario
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martes, 19 de septiembre de 2017

TERCERA PARTE: EL ENSAYO (IV)


En un santiamén, se había acabado la actuación. El niño estaba llorando. A ella no le había gustado. A mí tampoco, pero aun así, por suerte dijo que ya probaríamos de mejorarlo otro día. Es cierto que el ensayo no salió todo lo bien que yo esperaba. Tampoco representé bien el papel que me correspondía, ni obtuve todo el placer que deseaba. No me supe comportar adecuadamente como persona dominante o amo de la sumisa. Quizá yo había mezclado todos los personajes y me perdí del camino a seguir.
A pesar de esto, había visto a mi mujer más atractiva que nunca. Extrañamente su cuerpo me pareció nuevo y más atractivo, como si fuera otro más deseable y que en aquel momento había sido completamente para mí.
Lo cierto es que aún había bastantes cosas por corregir en las bases y me puse al trabajo con gran dedicación. Obviamente esta torpeza debía ser penalizada de alguna manera.
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martes, 12 de septiembre de 2017

5 trucos infalibles para llegar al orgasmo

¿Frustrada porque no logras disfrutar al máximo de tus relaciones sexuales? ¿Te cuesta llegar al orgasmo? O, peor, ¿nunca has tenido uno? ¡No te lo permitas!

Libera tus presiones y tus miedos, y empieza a disfrutar como te lo mereces; estos 5 trucos infalibles para llegar al orgasmo te ayudarán a conseguir el máximo placer.
#1 Dejarse llevar
Cuanto más te obsesionas desesperadamente por conseguir algo, no lo consigues. ¡Y menos si se trata de un orgasmo! Para llegar al climax es necesario relajarse, dejar de lado las presiones y poner nuestro cuerpo y nuestra mente solo al servicio del placer y nada más.
Concibe el sexo como un acto de goce en sí, no como una carrera para llegar al orgasmo y verás que el climax viene solo, como una consecuencia natural de todas esas sensaciones que vamos experimentando en todo el cuerpo, y con todos nuestros sentidos.
#2 Conocer tus gustos
Quejarse por no poder llegar al orgasmo es muy fácil. Pero, ¿realmente te has puesto a trabajar para conseguirlo? Está comprobado que una mujer alcanza más y mejores orgasmos cuando conoce -de verdad- su propio cuerpo, cuando sabe perfectamente qué es lo que le gusta.
¿Y cómo podemos saber qué es lo que nos gusta? Pues, experimentando, primero que nada con nuestro propio cuerpo. La masturbación es una base para tener relaciones sexuales satisfactorias. Es fundamental que tengas momentos a solas contigo misma: apaga las luces, piensa en algo que te ponga hot y ¡explora tu propio cuerpo!
Con práctica y paciencia descubrirás qué es lo que exactamente te excita más, y aprenderás la técnica para estimularte mejor.
#3 Comunicarse con la pareja
La gran mayoría de las mujeres llega al orgasmo con la masturbación, pero pocas lo logran con su pareja. Esto posiblemente se deba a que no hay suficiente comunicación en la pareja. Una vez que sepas todo aquello que te gusta, ¡tienes que decírselo a tu compañero!
Ellos pueden tener una idea acertada o no de cómo hacernos pasar bien en la cama, pero no son adivinos, ni debemos pretender que lo sean. Te aseguro que luego de hablar con él, comunicarle tus inquietudes y comentarle qué es lo que te gusta verás la diferencia. Para ellos será mucho más fácil encontrar el tesoro si tienen pistas que lo conduzcan a él.
#4 Juego previo más placentero
Es sabido que las mujeres necesitamos bastante más estimulación que los hombres para alcanzar el clímax. En promedio, un hombre llega a su máximo placer en 5 a 10 minutos, mientras que una mujer necesita entre 15 y 20 minutos.
Besos, caricias, masajes, palabras al oído, ¡los necesitamos! Cuantos más, mejor. El clásico juego previo es necesario para lograr el orgasmo femenino. Obviarlo de tus encuentros sexuales no solo los hará más aburridos, poco románticos y poco excitantes, sino que se te complicará mucho alcanzar el placer.
No te pierdas todos los tips para un juego previo más placentero. Ahí tienes los mejores secretos para mejorar tus relaciones. Ponlos en práctica y ¡orgasmo asegurado!
#5 Posiciones sexuales adecuadas
Posiciones sexuales hay muchísimas, pero algunas ayudan más que otras a que las mujeres tengamos nuestro orgasmo. Las mejores posiciones sexuales para el orgasmo femenino son aquellas que estimulan el clítoris y el punto G como por ejemplo:
Mujer arriba. En esta posición, el control de la profundidad y velocidad de la penetración está en la mujer. Para una mejor estimulación del clítoris, debes apoyarte contra el hueso púbico de tu compañero. Y en vez de moverte de arriba hacia abajo, gira como si quisieras formar un círculo con tu vagina; cada vez que el movimiento es hacia adelante, se estimula el clítoris, y cada vez que es hacia atrás se estimula el punto G.
Perrito. Esta posición tan sexy te asegura una penetración profunda, en la que el pene fricciona el punto G, un tejido altamente sensible situado en la pared frontal de la vagina. La posición del perrito es una de las que más rápido nos hace llegar al clímax.
En estas u otras posiciones sexuales, contrae los músculos pubococcígeos -los que contraemos para detener la orina-, pues con estos movimientos aumentas el grado de la fricción del pene en la vagina y en el clítoris, lo que ayuda a tener orgasmos más intensos.

Ahora que sabes todos estos secretos para llegar al orgasmo, ¡ponlos en práctica YA!

Fuente: VIX
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martes, 5 de septiembre de 2017

TERCERA PARTE: EL ENSAYO (III)


Ella procedió con mirada baja y sumisa, pero le pegué una palmetazo al hombro para que me mirase a la cara mientras me lo hacía. Quería verla así, mirándome con glotonería. Me gustaba su rostro, aquella mirada, inocente, dulce y al mismo tiempo pícara. Siempre me excitaba mirarla a los ojos mientras practicábamos sexo. Ahora quería poseer su cara. Una mujer puede tener el cuerpo perfecto, pero sin un rostro bonito que le acompañe y que yo considere bello, todo se queda en nada y no cabe en mi casilla de las mujeres voluptuosas. Ella era mi elegida. Tal vez no era la más bonita de todas, pero para mí tenía una cosa especial, diferente que quizá sólo yo podía llegar a ver.
Ella chupaba con tranquilidad, pero yo no lo acababa de tener claro. ¿Qué quería de ella? Le pedí que se pusiera en la sofá bien abierta de piernas y que empezase a darse placer. Ella hizo lo que yo le solicité. Agarrándome el miembro, me lo acabé de poner a punto mirándola todo encendido de deseo. “¡Como me gustaría a que fueras mi esclava sexual!” “Me darías caña todos los días” le dije estrechando los dientes y pillando muy fuerte mi pene entre los dedos, sin dejar de bombear.
A continuación la penetré al mismo tiempo que le decía que la deseaba, que quería gozar de su cuerpo y del placer que sólo ella me daba. Así contemplé como la iba empalando con mi verga, acariciando el placer que me proporcionaba el roce de su carne en mi pene. Bombeé atisbando algunos pequeños orgasmos, pero continuaba sin saber qué quería de mi esclava.
Quizá era hora de castigarla porque no me daba suficiente sexo, por no vestir de manera más femenina, por no utilizar tanga, por no dejarse los cabellos largos, por no gemir ni decir groserías en otras ocasiones que yo se lo había pedido para que me excitase, pero no reproché nada de esto. Tampoco tenía esposas, ni la até con una cuerda o una corbata, que quizá era lo que ella había imaginado.
En ese momento, estorbado por un juguete que había por en medio, vi el desorden que había a nuestro alrededor y me percaté que era la ocasión de castigarla porque consintiese que los niños escampasen los juguetes y no los recogieran nunca o porque ella también era sumamente desordenada.
Así, la castigué a continuar chupándome el pene. “Ahora conocerás el olor de tu coño en los morros. ¡Chupa!”, le dije con la autoridad que se supone que el amo debía representar en su papel. En un santiamén me retiré y ella volvió al sofá, quedándose otra vez abierta de piernas, mostrándome el centro del deseo masculino abierto de par en par, para mí. Le dije a que suplicase por su placer, que quería verla gozando de él, pero no me convenció su actuación. Entonces era el momento de que me excitara exponiéndome su culo. Ella obedeció y yo la volví a empalar, ahora por detrás, embelesado con aquel pandero voluptuoso, grande, redondo; hechizado por aquellas curvas trazadas con una cintura estrecha y la espalda ancha y fornida.
 Bombeé con avidez, con ferocidad, incluso llegando a hacerle un poco de daño. Ella se quejó y yo le pegué un palmetazo en el culo, diciéndole que se aguantara, pero en seguida me retiré. “Vuelve a chupármela” fueron otra vez mis palabras. Y ella volvía tener mi pene en su boca, pero ahora, además de chuparlo, me lo mordió, fuerte, haciéndome daño. Le volví a pegar una palmetazo en el hombro y la derribé sobre el sofá para sentarme encima de ella, dominante, para acabar de mirarla a la cara, acercándole mi pene vigoroso, caliente, encendido de deseo y con ganas de culminar el placer del encuentro. La avisé. Quería poseer su rostro e iba a hacerlo, como en las películas. Deseaba ver mi corrida en todo él.

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