martes, 24 de octubre de 2017

Los enemigos de la sexualidad

El egoísmo, los celos, la falta de imaginación y las creencias erradas obstaculizan una vida sexual plena. Un experto habla de cómo superar esos matapasiones.
Para ser una de las dimensiones más importantes de la vida, la sexualidad tiene demasiados enemigos. Lo dice Carlos Pol Bravo, médico psiquiatra y sexólogo, que próximamente lanzará el libro Oro líquido en el que aborda, entre otros temas, los principales obstáculos para que el sexo sea, como debe ser, libre, gratificante, responsable y sin traumas. La poca cultura, la pésima educación sexual y los mitos transmitidos de generación en generación hacen que su ejercicio muchas veces resulte trágico. Lo prueban las estadísticas de embarazos no deseados, el aumento de las cifras de enfermedades de transmisión sexual y el incremento de las disfunciones sexuales. Estos son los aspectos que traumatizan, impiden y prohíben tener una sexualidad sana y placentera.
La falta de cultura sexual:
Aunque el instinto ayuda, todos necesitan en un comienzo apoyo e información acertada. Pero la mayoría llega al tema sin preparación porque sus padres se vuelven un ocho para responder sus preguntas. Contestan con risitas burlonas o con eufemismos. “No entiendo por qué no se le puede hablar de pene o vagina si al fémur se le llama fémur y al húmero húmero”, dice Pol Bravo. Otros evaden la responsabilidad: ‘ese problema se lo dejo al colegio’ o ‘la vida le enseñará’. Por eso muchos niños siguen buscando las respuestas en la calle, o peor aún en internet, donde encuentran la pornografía con un clic. Esa costumbre está haciendo estragos “porque es como darle un coche deportivo a alquien que no sabe manejar”, dice el experto.
El síndrome del león herido:
Cuando el líder de la manada está lastimado se tumba bajo un árbol, lame sus heridas y ruge muy fuerte para sentir que aún mantiene su poder. Este comportamiento sirvió a Pol para describir a los hombres con disfunciones sexuales e incapaces de decirle a su pareja o su médico que sufren de eyaculación precoz o disfunción eréctil. Estos hombres ‘rugen’ al asumir una actitud agresiva mientras esquivan a toda costa el contacto sexual, por miedo a pasar por impotentes. Pol aclara que la impotencia sexual no existe y hoy solo hay patologías tratables. Por lo tanto la solución es consultar sin pena.
La falta de imaginación:
Para el experto el cerebro es el principal órgano sexual y la piel es el más grande y el que contiene la mayor cantidad de terminaciones nerviosas. Quienes llevan mucho tiempo casados no se aburren con sus parejas por la larga convivencia ni por el vínculo, sino por la falta de creatividad, comunicación y complicidad. Para Pol el sexo es como las cuerdas de la guitarra que “según las manos de quien las afine, sonarán bien o mal”. Cuando tienen en cuenta esa realidad, las parejas casadas se vuelven mejores amantes, sin importar el tiempo que llevan juntas, y “como piratas bucaneros surcan el mar en busca de aventuras para disfrutar el sexo”, dice el autor.
Las fechas de expiración:
Lo cierto es que la sexualidad no solo es para la juventud; nunca acaba y su magia radica en que se va descubriendo con el tiempo. Por eso, abstenerse después de los 50 es un error. “Una mujer puede ser multiorgásmica a los 60 años y seguir sintiendo placer a los 85”, dice el sexólogo. Pero para disfrutar la sexualidad a esta edad hay que dejar atrás la idea del sexo coital. “Una pareja mayor puede llevar una vida sexual activa sin necesidad de penetración. Es más enriquecedora porque tiene más imaginación que la que tienen los jóvenes”.
Celos:
Las celotipias sexuales se dan cuando la pareja se convierte en el fiscal sexual del otro y lo juzga porque miró o consideró atractiva a otra persona. “Lo ideal es que puedan hablar con cierta morbosidad sana de que otro hombre es bello o una mujer es sensual. Esto ayuda a preparar el horno para meter el pan”, dice. “Las parejas deben desechar ese sentido de posesión porque nadie es de nadie”, dice. Lo ideal es compartir la sexualidad. Y para mantener atraída a la pareja él aconseja “no ponerle perros guardianes alrededor, sino más bien girar en torno a ella para tenerla interesada”.
La búsqueda frenética del punto G:
Está ubicado en el tercio externo de la vagina y es del tamaño de una lenteja, y, como dice Pol, puede ser un regalo o una pesadilla. Cuando se descubrió recibió gran importancia, pero los griegos ya habían declarado al clítoris el pequeño dios pues era la clave para que una mujer encendiera su pasión. De esa forma estimularlo era un regalo para ambos. Hoy se ha demostrado que el punto G es una terminación del clítoris, “parte del pequeño dios, pero no la más importante”, dice. Es una tragedia porque se convirtió en el objetivo de todos y “muchos se frustraron por no tenerlo y otros porque su pareja no lo sabía buscar”, explica. Pol Bravo recomienda enfocarse de nuevo en el olvidado clítoris.
El egoísmo sexual:
El mutismo en la cama, la mecanicidad, la falta de sensibilidad y ternura tienen que ver con el egoísmo y matan la sexualidad. En esta es clave la comunicación y la libertad porque “no se puede ejercer por obligación”. No es pecaminosa, sino inherente al ser humano y debe estar llena de sensibilidad y ternura. Un mal amante carece de eso, dice Pol. “La sexualidad es todo lo que yo considere que da placer, no hay restricciones mientras no haya presión ni chantaje”.

Fuente: Semana